Cómo hacer de las fiestas navideñas tu momento de crecimiento e introspección.
Me lanzo con un mensaje diferente para el día de Nochebuena. Se me ha venido a la cabeza sacar este tema hoy porque creo que puede ayudar a todas esas personas que se sienten como yo respecto a estas celebraciones.
No dejo de leer mensajes repletos de melancolía y sentimentalismo y sinceramente, pienso que en muchas situaciones, estas fechas nos traen más pena que alegría. La buena noticia es que puedes hacer algo para remediarlo.
En mi caso, la Navidad dejó de ser un gran evento desde hace muchos años. Padres separados, familiares que se van demasiado pronto. Por desgracia, no recuerdo una sin urgencias, UCIs y otras malas noticias. Nuestros encuentros familiares han llegado a ser de 2 y 3 personas. Mientras que muchos salen de copas y se reúnen con grandes grupos de amigos, yo ni me molesto en responder a un par de mensajes de difusión que recibo. Después de vivir muchos años fuera, mis amistades están “descentralizadas”, por decirlo de alguna manera.
Gracias a mi forma de ser tan entusiasta, no dejo de disfrutar del ambiente navideño. Las luces, el olor a castaña asada y la decoración me vuelven loca. En el fondo, siento que disfruto de una fantasía que para nada se relaciona con la realidad. Pero bueno, mi capacidad imaginativa da para otro capítulo.
El caso es que, hubo una vez que las fechas especiales me dolían, ¿y por qué dolían más que otras?, porque nos predisponen para ello. Los medios nos presentan una escena ficticia: grandes comilonas, sonrisas, regalos, encuentros multitudinarios en familia, cenas de Navidad… estereotipos que nos vemos automáticamente obligados a perseguir. Esto se traduce en “olvidarnos de quienes somos por unos días” y ” hacer la vista gorda”. Compartir comidas con personas con las que ni te tomarías un café en todo el año, la carrera por el regalo perfecto (muchos por compromiso e innecesarios), ponerte hasta las cejas de comida y bebida después de hacer un gran esfuerzo por cuidarte los meses anteriores… en fin, una buena sobredosis de incoherencia.
Y lo peor es, que si nos libramos de todo eso de forma involuntaria, como me pasó a mí, también sufrimos por anhelar eso que no tenemos y que desde fuera parece tan especial.
En mis años en el extranjero he desmontado muchas creencias y me he permitido vivir esta época del año más “hacia adentro”. Alejarme de lo que hace todo el mundo me da paz. Observar los anuncios navideños como quien ve una comedia. Ha llegado el punto donde me alegro de de no vivir esa presión social en la que muchos se pierden a sí mismos.
Si quieres acabar el año con buen pie y proponerte unos cuantos propósitos para el 2023 comienza desde ya. Comienza por crear tu propia práctica de vida, por vivir cada mes de forma significativa sin tener que esperar al día 24 para ver a tu tío y para ofrecerle a los tuyos tus mejores galas. Te aseguro que puedes hacer de las navidades un momento de introspección y crecimiento magnífico. Sin depender de obligaciones autoimpuestas y sentimientos encontrados.
Hoy, y después de muchos años sin entender la suerte que tengo, doy gracias por sentarme con “mis totos” (mi madre, mi hermana, mi prima, mi tía y mi perrita). Mi pequeña familia a la que no tengo que sorprender con detalles porque ya lo hago durante todo el año, la que respeta mi forma de hacer las cosas y (aunque no siempre me entienden) me quieren sin condiciones. Doy gracias por mi sesión de gym de esta mañana, por no cambiar mis planes por las demandas de otros, por haber construido unos hábitos fuertes que me hacen sentir orgullosa de quien soy. Doy gracias por no volver a perderme intentando encajar en un molde donde nunca me sentí feliz.
Te deseo Feliz Navidad. Y sobre todo, la valentía para disfrutarla A TU MANERA.
Te leo en los comentarios ✨❤️